En los años cincuen- ta del pasado siglo, los estudiantes de bachillerato elemen- tal que optaban por las ciencias al pasar al bachillerato supe- rior, abandonaban el pesado diccionario de latín Spes, que les acompañó duran- te tres años, y se cargaban con otro libro, a veces más pesado: las tablas de logaritmos.
Un par de décadas después, las calculadoras asestaron un golpe de muerte a estas tablas, aliviando así el peso físico en la cartera del estudiante y la pesadez del cálculo con ellas en su mente.
Menor
variedad había en bachille- rato. Casi todos los escolares usaban las de Vázquez
Queipo, de seis decimales, que alcanzaron las sesenta ediciones. Las fotografías
ad- juntas corresponden a un ejemplar de la segunda edición de estas tablas, con
dedicatoria manus- crita del autor a su colega D. Ramón Fer- nández Parreño catedrático de la Escuela de Comercio
de Sevilla y autor de varios textos..jpg)
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